INDEPENDENCIA AUDIOVISUAL

Trabajar desde la independencia en el arte audiovisual es algo más que un proceso existencial. Es algo vital para un creador. No estar sujeto a las normas, a las reglas y a las modas es lo que diferencia a un autor de un soldado de la industria y las corporaciones.

Tomar decisiones estéticas arriesgadas y buscar claves de originalidad hoy por hoy solamente puede hacerse desde la libertad que supone desencadenarse de unos organismos que exigen productos reiterados y duplicados que no hacen más que mirarse al espejo y sacar a relucir la cara más triste del capitalismo. Lo interesante es experimentar con una práctica fílmica que logre hablar de nosotros mismos, que pueda reflejar algún signo de autoría en el resultado final. Una obra libre siempre será un dispositivo cinematográfico intenso y poderoso.

Esos ejercicios visuales sobrefinanciados limitan al realizador de la obra y cuestionan quién es el progenitor de la misma ya que restringen sus decisiones. Pero se puede guerrear contra la industria. Es nuestra obligación. El autor hace cine porque le gusta. Lucha por sacar adelante su invención sin que nadie tome las decisiones por él. La necesidad artística debe estar por encima de la explotación.

Que nosotros seamos libres creando es lo que marca la diferencia entre cine y sumisión. Un producto audiovisual independiente siempre será digno. No importan ni su presupuesto ni sus recursos. Lo que realmente interesa es que se vea el reflejo de su creador. Y eso jamás ocurrirá cuando alguien tenga que dar el visto bueno por nosotros e impide que tengamos el control final sobre nuestro trabajo.

-Nacho Bade, Abril 2017-

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MEDIOMETRAJE

Mediometraje es una película con una duración de 30 a 60 minutos según indican la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, el American Film Institute, y el British Film Institute. No obstante, la legislación española no contempla lo que es un mediometraje en su contenido, a diferencia de muchos países que definen correctamente el término. La ley del cine (Ley 55/2007, de 28 de diciembre, del Cine), reduce la clasificación de a dos (cortometraje y largometraje):

Largometraje: la película cinematográfica que tenga una duración de sesenta minutos o superior, así como la que, con una duración superior a cuarenta y cinco minutos, sea producida en soporte de formato 70 mm., con un mínimo de 8 perforaciones por imagen.

Cortometraje: la película cinematográfica que tenga una duración inferior a sesenta minutos, excepto las de formato de 70 mm. que se contemplan en la letra anterior.

El mediometraje es inexistente en esta ley y esto dificulta su distribución (siempre marginado de festivales y concursos ya que la mayoría de ellos solamente aceptan obras superiores a 60 minutos o inferiores a 30), debido a su duración y la normativa impuesta por la industrialización del cine. Si la historia que queremos contar reclama 50 minutos lo tenemos complicado. Una opción sería combinar el mediometraje con otro de similar duración o con varios cortometrajes, pero es más complejo de lo que parece. Hasta ahora un cortometraje duraba hasta 30 minutos y se denominaba mediometraje a las producciones audiovisuales que pasaban de media hora y no llegaban a una. Pero siempre ha estado marginado de festivales y concursos ya que la mayoría de ellos solamente aceptan obras superiores a 60 minutos o inferiores a 30.

Y siguiendo la ley del cine una obra audiovisual de 45 minutos estará reconocida solamente como cortometraje a no ser que está realizada en 70 mm, y 8 perforaciones, por lo que no entrará dentro de las subvenciones de largometrajes. Así pues, conocer estas definiciones es fundamental para los cineastas.

Cada historia tiene una duración determinada, un tiempo escogido minuciosamente para cuadrar todos los elementos que la forman y la convierten en una pieza audiovisual, por lo tanto es conveniente que nos atengamos a ese tiempo sin tener en cuenta factores externos, pero siempre sabiendo que el resultado final en ocasiones será complicado de mostrar si bien hay espacios alternativos a las salas comerciales que apuestan por productos más arriesgados.

Algunos de los mediometrajes más interesantes que nos ha dado la historia del cine (bien mostrados como independientes o en películas cooperativas):

El chico (The Kid, 1921). Charles Chaplin. 51 minutos.

Una partida de campo (Partie de campagne, 1936). Jean Renoir. 40 minutos.

Simón del desierto (1965). Luis Buñuel. 46 minutos.

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La cabina (1972). Antonio Mercero. 35 minutos.

El hombre que plantaba árboles (L’homme qui plantait des arbres, 1987). Frédéric Back. 30 minutos.

Apuntes al natural (Life Lessons, 1989). Martin Scorsese. 44 minutos.

Wallace y Gromit: Los pantalones equivocados (Wallace & Gromit in The Wrong Trousers, 1993). Nick Park. 30 minutos.

La mano (Eros: The Hand, 2004). Wong Kar-Wai. 44 minutos.

La gruta (Le gouffre, 2015). Vincent Le Port. 52 minutos.

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Cineastas como Chris Maker, Todd Haynes, Michelangelo Antonioni, Gaspar Noé o Paul Thomas Anderson también han apostado por este formato para algunas de sus producciones.

El único Festival Internacional de Mediometrajes del mundo, La Cabina (llamado así por la obra de Mercero) se realiza en Valencia, siendo todo un referente internacional.

-Nacho Bade, Enero 2017-

LA CREATIVIDAD INMEDIATA

Como creadores nos vemos muy a menudo forzando la inspiración, no siempre predecible ni cumpliendo las expectativas personales. En la mayoría de situaciones una tendencia predominante es el fenómeno de la imitación hacia aquello que admiramos e idolatramos. A menudo con resultados y síntomas más que evidentes. Y aunque considere la originalidad absoluta una quimera inalcanzable creo que no escuchamos a nuestro subconsciente, plagado de experiencias, traumas, reflexiones, instintos adquiridos, miedos e intenciones. Ese ser oculto tras el manto del consumo cultural espera para tomar un papel principal en nuestro discurso. No debemos ignorarlo. A pesar de las adversidades siempre existe una solución práctica.

Los límites solemos ponerlos los propios autores. Si la obra responde a un ensayo personal debemos derribar muros que hemos construido alrededor de nuestras capacidades. Los adquirimos mediante la comparación y el mantra de “está todo inventado”. Rechacémoslo y empecemos a cuestionarlo todo, su utilidad, su intención, aportando una solución totalmente opuesta. Construyamos por un momento desde cero, o como rechazo a lo abundante.

Olvídate de las fórmulas desgastadas. En el arte casi todo cabe, en las audiencias y el marketing solo se explotan fórmulas puramente rentables. La imitación no es nada comparada con la intuición. Las tendencias no deberían seguirse, pero tampoco ignorarse. Sé extremista, porque esto no es política. Una apuesta segura es una apuesta creativamente perdida.

La inspiración puedes encontrarla debajo de cada piedra. Literalmente. Te rodea. El 90% de la creatividad se aplica a improvisar soluciones, y sin curiosidad no hay creatividad. Es por eso que necesitamos un problema primero, intenta por lo pronto que no sea un problema de ego. Cuando lo descubras no es necesario dar explicaciones, de la expresión cada uno encuentra sus propias respuestas.

No te compares, no analices, el compromiso lo tienes únicamente contigo mismo/a, hay público para cada tipo de arte.

Si lo logras ten por seguro que surgirán imitadores. El resto ya vendrá.

-Nacho Viedma, Noviembre 2016-blog-viedma-november2016

CINE PARTICIPATIVO EN CASTELLÓN

Introducir el cine participativo en los contextos no solamente audiovisuales, sino también socioeducativos, es una oportunidad para las futuras generaciones de creadores. Cortoformo les permite participar en un proyecto real donde no existen jerarquías y cualquier aportación es valiosísima para la película.

En Castellón pensamos que esto es necesario para motivar a cualquier persona que tenga inquietudes audiovisuales.

Los escenarios de la provincia han sido una gran inspiración a la hora de realizar los cortometrajes.

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